miércoles, 29 de abril de 2009

Lo único que nos consuela

Frase de Wilde

Frase de Wilde

«Lo único que consuela de ser pobre es la extravagancia. Y lo único que consuela de ser rico es el ahorro.»

Oscar Wilde

domingo, 19 de abril de 2009

El muro de la miseria ya divide Río de Janeiro

Pobres y ricos divididos

Once favelas son cercadas para contener su expansión y luchar contra la droga

FRANCHO BARÓN - Río de Janeiro -

En el acceso principal a la favela Morro Dona Marta, enclavada en un precioso cerro del barrio carioca de Botafogo, se respira un ambiente tan apacible que no parece la misma entrada al suburbio donde hace unos meses el ruido seco de los disparos formaba parte de la vida cotidiana de los vecinos. Hoy los colegiales van y vienen sin temor alguno, hay un mercadito en plena efervescencia y un pequeño puesto de vigilancia con varios agentes de la Policía Militar que charlan relajadamente recostados en sus sillas, algunos de ellos con el chaleco antibalas desabrochado. Aquí no suena un tiro desde hace meses.

Desde el pasado diciembre, las calles están totalmente limpias de narcotraficantes en activo. En noviembre de 2008, la Policía Militar ocupó la favela sin misericordia; se enfrentó a los criminales cuerpo a cuerpo, conquistando cada palmo de sus angostas callejuelas, cada una de las casuchas sospechosas de dar cobijo al enemigo. Corrió la sangre durante días. Varios presuntos criminales murieron en los enfrentamientos, otros emprendieron la huida hacia los bosques selváticos que rodean Dona Marta.
Circulan informaciones de que estos narcos están refugiados en favelas vecinas y que continúan dedicándose a labores poco académicas, si bien la policía celebra uno de los mayores éxitos de los últimos años en el combate con las redes criminales: haber metido en cintura a una de las favelas más insurgentes de la zona metropolitana de Río e imponer en ella una paz sostenible en el tiempo. Para ello es necesario que más de cien agentes pertrechados con armamento de guerra ocupen las 24 horas del día las laberínticas calles de Dona Marta. La calma, por lo tanto, pende de un hilo.

En la zona alta de la favela se construye desde hace dos meses un muro que inicialmente pasó inadvertido para la prensa. El paredón, que se abre paso en medio de la vegetación a unos cincuenta metros de las últimas chabolas de la comunidad, es de aspecto penitenciario y llega a tener en algunos tramos hasta cinco metros de altura. Entre 30 y 40 hombres acarrean, cubo a cubo, el hormigón armado con el que se está irguiendo el cerco, que avanza lento y que ya ha alcanzado una longitud de 60 metros. "Esto no hay quien lo eche abajo", comenta, ufano, el maestro de obra, refiriéndose a los materiales que se están usando: hierro, ladrillos de gran porte y hormigón armado.

Dona Marta es la primera de las 11 favelas ubicabas en las áreas nobles de Río. Antes de que termine este año serán cercadas por un total de 11 kilómetros de muro. La iniciativa ha partido, con gran sigilo, del Gobierno del Estado de Río, que oficiosamente actúa en connivencia con la alcaldía de la ciudad. No es la primera vez que las autoridades intentan llevar a cabo una medida que siempre ha sido objeto de gran polémica para la opinión pública brasileña, mayoritariamente en contra de recurrir al hormigón para resolver el problema del crecimiento de las favelas.

En otras ocasiones, los políticos esgrimieron el argumento de la seguridad pública para justificar la drástica medida, pero nunca consiguieron el apoyo popular. Esta vez han optado por rebautizar el muro como "ecolímite" para poner el énfasis en los aspectos más medioambientales y campestres del proyecto.

Según se afirma desde EMOP, la empresa pública encargada de las obras, la única finalidad del muro es frenar la deforestación de los bosques atlánticos que antaño cubrían como un manto los cerros cariocas y que con el crecimiento de las favelas están en peligro de desaparición. Lo que nadie ha explicado aún es por qué hasta ahora sólo se ha proyectado el levantamiento de muros en las favelas ubicadas en los barrios de São Conrado, Gávea, Leblon, Ipanema, Copacabana, Leme, Urca y Botafogo.

Es decir, los barrios de Río clasificados como "nobles" por las agencias inmobiliarias. Nada se ha dicho aún sobre la puesta en marcha de medidas similares en la zona norte u oeste de la ciudad, mucho más deprimidas y donde también hay favelas rodeadas de vegetación protegida.

Según el Instituto Municipal de Urbanismo Pereira Passos, el área ocupada por las favelas en Río de Janeiro aumentó un 6,88% entre 1999 y 2008. Sin embargo, las 11 favelas seleccionadas para el proyecto experimentaron una media de crecimiento muy inferior durante el mismo periodo (1,18%). En el caso de la comunidad de Dona Marta no se ha registrado ninguna expansión, sino una disminución de casi el 1% del terreno ocupado en la última década. De las 11 comunidades, Rocinha y Vidigal se encuentran enclavadas en unas espectaculares laderas con vistas al mar en medio de los barrios más ricos de la ciudad: São Conrado y Leblon. Estas dos favelas acogerán los muros de mayor longitud.

El sociólogo Ignacio Cano, experto en seguridad pública y violencia en Río de Janeiro, afirma que "la necesidad de parar la expansión de construcciones irregulares en zonas de protección ambiental no debería afectar sólo a las favelas, ya que también hay áreas de lujo que se expanden de manera descontrolada". Cano también apunta a medios menos agresivos para alcanzar los mismos objetivos, como la instalación de pivotes demarcadores de las áreas aptas para la construcción, el control aéreo permanente y la demolición de toda vivienda que viole esa línea roja.

"Es evidente que el muro servirá, en realidad, para dificultar que los narcos huyan entre la maleza cuando la policía ocupe la favela en busca de delincuentes", comenta a El País un líder comunitario de una favela afectada por el paredón de la discordia.

"Lo que pasa es que no quieren entender que el narcotráfico, cuando quiera hacerlo, va a reventar ese muro con explosivos, o por lo menos le abrirá agujeros para que las vías de escape sigan existiendo".

Efectivamente, la medida parece más un intento de asestarle un golpe maestro a las redes criminales que controlan la venta de drogas y la vida cotidiana de muchas favelas. Ante las frecuentes operaciones policiales que suelen degenerar en brutales fuegos cruzados, los delincuentes siempre cuentan con la última opción de emprender la fuga a través de las zonas boscosas que rodean estos suburbios. Con frecuencia, los narcos también invaden favelas controladas por facciones criminales rivales a través de la maleza, de manera que dificultarles la movilidad por medio de barreras físicas podría suponer una nueva y aun inexplorada forma de estrecharles el cerco.

Los habitantes de Dona Marta no critican el muro abiertamente. Unos simplemente dicen que les molesta no continuar teniendo acceso directo al bosque para recolectar frutas silvestres de temporada. Otros necesitan algunos minutos de conversación para acabar admitiendo, siempre preservando su identidad, que se sienten más segregados con la construcción de estos cercos de hormigón.

"Esto no es más que una manera de tenernos más controlados, de que molestemos menos a la gente que vive en el asfalto", comenta uno de los habitantes de la favela mientras observa con visible desagrado una fila india de hombres uniformados de azul que pasan transportando grandes tablones destinados a los pilares del muro.

La polémica está servida en Río de Janeiro una vez más. Dona Marta es un lugar idílico y apacible en comparación con otras favelas, como Rocinha, Pavao Pavaocinho o la ladera de los Tabajaras. La gran pregunta ahora es ¿qué ocurrirá cuando el muro llegue en los próximos meses a estas otras favelas, donde el narcotráfico campa a sus anchas y se muestra irreductible ante el poder público? (El País)


Río: Trabajos en el muro para contener el crecimiento de las favelas.

Lea Polémico muro contra la expansión de las favelas, en el diario mexicano La Jornada.com

viernes, 17 de abril de 2009

Menos pobres


Andrés Cañizález
El Universal



Este gobierno tiene una obsesión por los números, como si éstos pudieran sustituir la realidad

Hay un número mayor de personas con un ingreso suficiente para alimentarse, pero debe tenerse cuidado con esta afirmación pues ni cercanamente significa que dejaron de ser pobres”. Tal afirmación corresponde al académico mexicano Salomón Chertorivski, experto en política social, y cobra vigencia meridiana. Como es sabido, el Instituto Nacional de Estadística (INE), de Venezuela, de forma oronda se asegura que hay menos pobres. Éste, como todos los gobiernos, tiene una obsesión por los números, como si una cifra estadística pudiera sustituir a la realidad.
En nuestro caso, es necesario conocer con exactitud cuál es la metodología a la que apeló el INE para lograr la fantástica reducción de la pobreza que nos viene presentando. Volviendo al caso de México. Chertorivski nos recuerda que en ese país se produjo un debate a inicios de este década en torno a cómo debería medirse la pobreza. La Secretaría de Desarrollo Social para hacer frente a la falencia, pues el gobierno central carecía de una metodología apropiada, convocó a siete reconocidos académicos para conformar el Comité Técnico para la Medición de la Pobreza en México. Tal equipo, en el lapso 2002-2004, diseñó un método.

El objetivo era claro, el ministerio mexicano deseaba contar con una metodología lo suficientemente debatida, y también aceptada, que permitiera mirar el problema de la pobreza a lo largo del tiempo, y por tanto hacer comparaciones confiables. Se trataba de dar con un parámetro oficial en tan delicado tema, que aquí y en todas partes es motivo de manipulaciones políticas, especialmente en tiempos electorales.
Expertos mexicanos configuraron un método que coloca tres niveles para agrupar a la población pobre de su país. Tal categorización persigue ser una herramienta que usen los gobiernos para la posterior ejecución de políticas públicas, según las necesidades detectadas: pobreza alimentaria, pobreza de capacidades y pobreza de patrimonio.

Chertorivski coloca en debate aspectos que tienen resonancia en Venezuela. Este académico recuerda que efectivamente hubo una mejor distribución de los programas sociales en México a partir de la transición política que se iniciara con la llegada al poder de Vicente Fox en 2000. Pero tal mejoría, que se expresó en materia de ingreso y por tanto repercutió positivamente en la alimentación, no puede presentarse como menor pobreza.
En Venezuela, aún es prematuro determinar la reducción de la pobreza, en porcentajes tan importantes como los que señala el INE, y sin explicar con exactitud el origen de tal transformación socioeconómica. Y cabe apelar a lo señalado por Federico Reyes Heroles, a propósito del caso mexicano, “tal ha sido el manoseo político de cifras y resultados que el ciudadano termina no sólo por dudar sino por descreer”.

domingo, 12 de abril de 2009

Cae en Buenos Aires un muro que dividía a ricos y pobres

Indignación en Argentina por una pared divisoria. El muro que separa a dos poblaciones, una rica y otra pobre, de la provincia Buenos Aires, causó revuelo. De hecho lo que se había construido del muro fue derribado por un grupo de indignados vecinos.


Su construcción fue impulsada por el intendente de la Municipalidad San Isidro, a unos 30 kilómetros al norte de la capital argentina. Vecinos del municipio San Fernando y camioneros tumbaron la pared a mazazos. Un juez había frenado la construcción, pero pidió más policías.


Al igual que en Caracas, la delincuencia hace estragos en Buenos Aires. El polémico muro que la Municipalidad de San Isidro levantó en su límite con el municipio de San Fernando para, supuestamente, bloquear el ingreso de delincuentes, quedó reducido a escombros.

A mazazo limpio, vecinos e integrantes del gremio de Camiones lo destruyeron.

Además, la Justicia impidió su construcción, pero también le ordenó al gobierno bonaerense que lleve más policías a San Isidro.

La obra del muro, una idea del intendente sanisidrense Gustavo Posse, comenzó el martes, en la calle Uruguay. Iba a tener originalmente 800 metros, pero luego Posse dijo que sólo serían 250. Y dividiría el humilde barrio de Villa Jardín, en San Fernando, de La Horqueta, uno de los barrios ricos de San Isidro.

Su construcción levantó críticas unánimes y un fuerte enfrentamiento político entre Posse y el kirchnerismo. Los vecinos denunciaron discriminación, la Provincia afirmó que no lo iba a permitir, y la presidenta Cristina Kirchner dijo que era una “involución”. Pero Posse, ahora alejado de los K, insistió con el paredón de tres metros de cemento y rejas.

El miércoles, algunos vecinos habían derribado una parte. Pero llegaron los demoledores. Según voceros de San Isidro, “seis integrantes del gremio de Camioneros bajaron de un Volkswagen Polo con mazas y fueron a voltear el muro, mientras la Policía los miraba. La patente es FTQ693 y confirmamos que pertenece al Sindicato de Camioneros. Por eso presentamos una denuncia penal por destrucción de bienes públicos”.

Las imágenes televisivas mostraron que, efectivamente, cerca de las 10 varias personas con gorras y camperas con los logos del gremio de Camioneros -liderado por el kirchnerista Hugo Moyano-demolieron el muro junto a vecinos. “Somos recolectores de residuos, vivimos acá. Esto no tiene nada que ver con el gremio. Que Posse no discrimine a los pobres”, dijeron los del sindicato.

Casi al mismo tiempo, el juez de menores Fernando Ribeiro Cardadeiro, de los Tribunales de San Isidro, otorgó una medida cautelar pedida por vecinos y el municipio de San Fernando y ordenó frenar la obra. Pero también le pidió a la Policía de la zona norte que “destaque mayor cantidad de móviles y personal policial” en Villa Jardín.

Posse confirmó que suspendía la obra provisoriamente. En un comunicado informó que lo hacía “ante la instancia judicial y por los hechos de violencia provocados por miembros de organizaciones sindicales y piqueteras”.

Pero agregó que “por la memoria de las víctimas del delito y el conjunto de los vecinos que día a día salen de sus hogares atemorizados” esperaba que la Provincia cumpliera con su palabra de garantizar la seguridad. En otro comunicado, sostuvieron que algunas ONG vecinales apoyaban el muro.

Más tarde, Alberto Pérez, jefe de Gabinete del gobernador Daniel Scioli, afirmó que el muro “fue una medida discriminatoria, inconsulta y con argumentos falaces”.

La Provincia ya había amenazado con impedir su construcción. Pérez agregó que habían destinado a San Isidro “mas de 200 efectivos policiales”. Y anoche insistieron con que Villa Jardín no es una zona crítica en materia de inseguridad, lo que hace pensar que no enviarán más policías, como lo pidió la Justicia.

Un dardo hacia la Iglesia

El ministro de Justicia Aníbal Fernández dijo que el muro era “un gesto horrible”, pero agregó: “Me gustaría también que la Iglesia diga lo suyo, porque monseñor Jorge Casaretto (el obispo de San Isidro), que nunca ha tenido pelos en la lengua, en esto no ha aparecido”.

El que salió a hablar fue el vicepresidente segundo del Episcopado, José María Arancedo.

Expresó que “un muro no soluciona nada y a futuro endurece las relaciones sociales y son gestos muy malos”. El propio cardenal Jorge Bergoglio, titular del Episcopado, fue consultado sobre el muro, pero se limitó a decir: “No conozco a fondo los hechos. Pero hay que seguir luchando por la seguridad”.

Otros países del mundo también han planteado la construcción de muros para dividir y supuestamente evitar hechos de violencia: Estados Unidos (EE.UU.) con su famoso muro en la frontera con México e Israel, con su pared de hormigón que separa a asentamientos judíos de poblaciones palestinas.

Los Andes