VAMOS A DALE
Elizabeth Fuentes
A ndo en la búsqueda de un bus grandote, de esos con ventanas enormes y aire acondicionado, para organizar un tour que visite, una por una, las mansiones y haciendas de los boliburgueses, recién vestidos, chavistas corruptos o como se llamen, de manera tal que los turistas pudieran entender, casa por casa, lo rico (valga la ironía) que es hacer la revolución, preferiblemente ésa que se está llevando a cabo en las cuentas bancarias de quienes, hasta hace poco, casi pertenecían al lumpen proletariat. Paradita en medio del bus, micrófono en mano, me encantaría describir las bondades de cada edificación y el historial de sus propietarios como si de estrellas de Hollywood se tratara: "a la derecha pueden observar la casota del ex alcalde José Vicente Rangel Ávalos y su esposa Gabriela Chacón, cuyos hermanos armaron cuatro empresas que, casualmente, contrataron con la Alcaldía la bicoca de 87.029.544.570 bolívares de los de antes, a través de 360 obras y servicios para muchas de las cuales hubo adjudicaciones directas". Y ahí pelo por la investigación firmada por Joseph Poliszuk, en El Universal, donde documentos en mano, el periodista demuestra cómo las empresas de los hermanitos Chacón multiplicaron su capital 51 veces en sólo cuatro años, según demuestra la última actualización que presentaron en el Registro Mercantil Quinto, que dirige pero qué casualidad la abogada Gisela Rangel Ávalos, hermana del alcalde, y concuñada de estos recién multimillonarios.
"Observen las camionetas blindadas en los garajes, inmunes a la delincuencia común, el mármol nuevecito en las enormes salas de baño, lo bien planchaditos que lucen los uniformes de la servidumbre", les diría a los pasajeros. Aunque, avisao, el tour no incluiría la visita a las obras inconclusas ni a las viviendas sin agua ni luz que "edificaron" los hermanos Chacón, porque ese tour ya está comprometido con el contralor general de la República y la fiscala Ortega Díaz, quienes han manifestado su interés en hacer una revisión a fondo del asunto.
Nuestro bus de "Ricos e Infames" tendría que tomarse media tarde visitando La Lagunita, urbanización que ha pasado a ser un símbolo de status chavista, iguali- to a como lo fue El Cafetal para los adecos de antes. Aquí el asunto se vuelve más sencillo, porque no hay que apelar a ningún periodista acucioso o documento legal.
Basta con oler el mármol importado que algunos generales utilizan hasta para tapizar los muros, revisar el año y modelo de los carros de lujo que aparcan, sin vergüenza ninguna, a las puertas de sus nuevas mansiones, y detallar los angelitos que adornan las fuentes romanas que ubican en sus patios y jardines, para escanear el resto: closets llenos de guayaberas rojas rojitas, para contentar al capo de la mafia, mientras ellos se bonchan el presupuesto nacional.
Y ojo, que eso del bonche no lo he inventado yo: de acuerdo al mensaje importantísimo que nos dio el Primer Mandatario el sábado pasado, la recuperación de nuestra economía pasa con dejar de hacer fiestas en Miraflores, ministerios y organismos públicos, así como dejar de adquirir vehículos nuevos, y rebajar el sueldo de los funcionarios públicos, como si fuese con esos sueldos con los que se han comprado mansiones para ellos y todos sus testaferros.
Como si le bastaran a Rafael Ramírez, por nombrar alguno, los más de cien millones mensuales que se embolsilla para tener todo lo que tiene. Que me encantaría pasarle por enfrente a su mansión o a la de Diosdado Cabello, a ver si es verdad que están tan multimillonarios como lo aseguran sus enemigos al interior del PSUV. Que para darle una vueltica a las propiedades de Jorge Rodríguez en Altamira y Margarita, tendría que contratar como 30 buses, porque cientos de votantes quisieran ver con sus propios ojos si es verdad que su alianza estratégica con Smartmatic le ha asegurado el bienestar hasta a sus nietos.
Y ya que andaría por el Este, me encantaría averiguar si aquel penthouse de Sebucán pertenece a Elías Jaua y si es cierto que le compró otro a su mamá en el mismo edificio. O visitar las catacumbas de la familia Chávez en Barinas, donde hay más oro en prendas de la señora Elena que kilates debió vender hace poco el Banco Central.
Lástima que esta idea no conduzca a nada. Como los cultivos organopónicos que nunca florecieron en la avenida Bolívar y que el Presidente vuelve a plantear como salida a la crisis alimentaria, su única utilidad sería la de conocer la ruta a la hora de que una fiscal les envíe una orden de detención preventiva. La broma es que para trasladarlos a la cárcel, vamos a necesitar no digo una flota.
Tal Cual Digital.com
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